Con los tiempos que corren, la vida laboral
sigue muy complicada. Mucha gente ante la falta de oportunidades decide adentrarse en el siempre incierto mundo del autónomo.
Ser autónomo, por lo menos en un primer
envite, concede una serie de ventajas, tales como las de ser tu propio jefe,
aunque dependiendo de las vicisitudes de la vida o del sector empresarial, uno
puede acabar siendo su propio esclavo.
Otra aparente ventaja, frente a la creación
de una empresa, es que como autónomo uno no tiene porque comenzar con un
capital mínimo. Además de desgravaciones de IVA y por lo tanto tener un ahorro de un 21% en muchos conceptos como la
gasolina o la compra de equipamiento informático.
Pero, y no gusta ser el portador de malas
noticias, no todo lo relativo de ser autónomo es agradable, y cada cierto
tiempo salen noticias que parecen desalentar a este sector del trabajo.
Un ejemplo de ello, es que pese a que cada
vez son más numerosos, sus pensiones están 500 euros de media, por debajo de
las de asalariados. Es por ello que más de la mitad de los profesionales
autónomos, compensen la pensión de jubilación con otros productos de ahorro.
Pero el mundo del autónomo tiene otra serie
de inconvenientes. Cada vez cobran más
tarde. Otra vez casi la mitad de gente que copa este sector cobra una factura
90 días después de emitirla al cliente. Son tres meses, que se dice pronto,
donde el trabajador no ingresa por un trabajo ya hecho.
Cada vez urge más que las Autoridades
competentes se reúnan para que los autónomos se rijan a través de una
legislación donde se les garantice una mayor seguridad laboral